jueves, 23 de agosto de 2012

El Legado del Tiempo .II CUMPLE 1 AÑO.

¡¡Hola a todos!! ¿Qué tal estáis? Espero que muy bien. Yo estoy muy contento y quiero celebrar con vosotros esta fecha tan especial para mí. Hace un año que escribí a mano (porque escribo siempre así) las últimas palabras de El Legado del Tiempo. II .................. (aún no revelaré el título) y con motivo de esta fecha he decidido obsequiaros con el PRÓLOGO de este 2º volumen de la saga, el cuál NO contiene spoilers ni nada relacionado con la trama del volumen anterior. Por ello, me he decidido a subirlo y daros este detalle como agradecimiento a todos los que me seguís desde España y desde el otro lado del Atlántico. ¡¡ MILES DE GRACIAS !!

PRÓLOGO ELDT. II 


 La noche estaba oscura y en el bosque nada rompía el silencio. La escasa luz de la luna y la bruma pegada al suelo, dotaban al paisaje de un halo de tenebrosidad. Entre la espesura un anciano iba corriendo. Su larga túnica azul cobalto resaltaba con su barba plateada, un gran cayado iba aferrado a su mano y en la otra portaba un pesado libro que le obstaculizaba los movimientos. Huía de ella, sabía que algún día le perseguiría y le encontraría, tenía la certeza de que por mucho que corriera, la mágica existencia acabaría por hacerle pagar su gran error. Sólo debía haberse ocupado de proteger el equilibrio desde ese lado de las barreras, pero la convivencia con los humanos le había hecho débil. Demostrarles lo que la mente puede conseguir si se cree en la magia, había sido para él su gran ilusión, por lo que les enseñó a controlarla. Todo había ido muy bien hasta que aquella muchacha de la que se había enamorado quiso excederse de sus poderes, cosa que hizo llamar la atención de la mágica existencia y ahora él quedaría bajo el dominio de la magia.

 Tan sólo quería llegar al lago, a una canoa que le esperaba, dejaría allí sus armas, el libro y la empujaría a la deriva para que la divinidad del agua los hiciese llegar a dónde los astros indicaban que iban a estar seguros. Seguía corriendo con mucho cuidado de no tropezar con raíces y matorrales, la notaba cerca, los sonidos del bosque se silenciaban a pasos agigantados y en su cuerpo no había otra cosa que temor. Temor por no haber podido afianzar mejor los conocimientos de la magia y, temor por el castigo que le iba a imponer la mágica existencia. Por fin bajando una gran cuesta entre bruma y niebla, llegó a la orilla del lago.
 A una roca bajo un gran árbol, estaba atada la canoa negra como el azabache; dejó el libro y el cayado dentro y, quitando el lazo, empujó el bote con gran fuerza hacia el centro del lago. Rápidamente se perdió de vista a causa de la densa bruma. Se sentó en la roca a descansar hasta que una ola de perfume a lavanda y jazmín le informó que le había encontrado.
A pesar de la escasa luz, la belleza de la forma humana de la mágica existencia se apreciaba perfectamente. Tirabuzones rojizos le caían como lenguas de fuego y desprendían reflejos dorados como los rayos de sol en el ocaso de una tarde de verano. Los ojos parecían desprender luz propia, el verde esmeralda brillaba y a pesar de su belleza, aunque transmitieran paz, su interior estaba luchando por mantenerse en equilibrio. El cuerpo del anciano temblaba, había leído en las estrellas ese encuentro, pero nunca había conseguido saber cómo acababa. Ella se acercó a él y comenzó a hablar:

 - ¿Por qué huyes viejo amigo?- el anciano pegó un suspiro y sintió cómo la presión se transformaba en un nudo en su garganta. - ¿Acaso sientes remordimiento por haber hecho lo prohibido?- volvió a preguntarle ella. La mente del anciano no podía encontrar respuestas, estaba bloqueado. - Al contrario que a los demás, te daré una oportunidad para explicarte. – dijo con sabiduría la mujer, para que el anciano se animase a hablar.
- Está bien, supongo que el error por el que has venido ha sucedido en esta última vida… - comenzó el anciano, al ver que la mujer asentía prosiguió aún abrumado - cuando nací recordaba todo acerca de mis vidas anteriores, pero como todo niño no podía andar ni hablar hasta que mi cuerpo no estuviera preparado para ello. Estuve más de dos años sin pronunciar palabra, sólo observando a la gente, a mi madre y la manera de actuar de todos los sirvientes. Nací en una casa noble pero fui maldecido, no era esperado y decían de mi padre un demonio. Cuando crecí tuve que buscarme la vida, el marido de mi madre le puso el matrimonio en compromiso sólo si me expulsaba de la casa seguiría con ella. Así fue cómo me trasladé al bosque a vivir para que nadie me pudiera ver. Desde la adolescencia, cuando mi cuerpo pudo aguantar, comencé a hacer uso de mis poderes, los cuales me costaron porque tuve que volver a aprender a filtrar la energía del aire por los poros de mi piel y equilibrar el aura. Además de que en este lado de las barreras hay menos energía por el aire a cada año que pasa y es necesario utilizar un arma natural o de elementos energéticos para poder canalizar mejor la magia…
- Si, en Thirenae ya queda menos para necesitarlas – dijo la mujer.
- ¿Por qué? ¿Ha ocurrido algo?- preguntó asustado el anciano.
 - No es ese el asunto de mi visita, sigue el relato, pero céntrate en tu error.
- Sí, mi señora. Con el tiempo, me dí cuenta que no podía estar toda la vida encerrado en el bosque sin poder salir, aunque la naturaleza me acompañara no pude resistir volver a ver a los humanos. Cuando podía me acercaba a los mercados para comprar algo de vestimentas a cambio de leer algo el destino o bien, a cambio de bayas del bosque. Allí me enteraba de la situación de las casas nobles y de los reyes. Uno de esos días de mi juventud, me enteré que se terminaría en el bosque la batalla del rey contra otro soberano de tribus y reinos distintos con lo que investigando me aseguré de que ganara el más apropiado… hace tanto de eso, que ya no recuerdo si fue en esta vida.
 - Te he dicho que te centres en tu error – le cortó bruscamente la pelirroja.
 - Cuando volví al bosque, descubrí en un prado cercano una pequeña aldea que luchaba por sobrevivir y pedían al cielo ayuda. Al verlos, recordé mis primeras vidas en este mundo y me uní a ellos y… los enseñé las propiedades mágicas, tan sólo para que vieran a lo que podían llegar.
- ¿Seguro que fue con esa intención?- preguntó severamente la energía.
- Fue por eso y por… y por amor, se que es el culpable de los errores de muchas personas, pero luego hace que no te arrepientas. – afirmó temeroso.
- ¿Te crees que puedes enseñar todos tus poderes a alguien por amor? ¿Todos los secretos del mundo? A pesar de todo lo que te ha dicho, ¡Podría haber robado el libro! – cuando se enfadaba, los poros de su piel soltaban mayor perfume a flores silvestres; el anciano estaba a punto de llorar.
- El libro está a salvo, al igual que el cayado. Ella me transmitió tanto amor, tanta energía, que mi corazón debía compartirlo todo, incluso quise llevarla a Thirenae sin embargo me quedé aquí…
- Claro… primero construyendo una sagrada formación y después a llevarles de excursión ¿verdad? así abrías una puerta más a Thirenae, haciéndola débil y frágil ¿no pensaste cómo puede afectar esto al mundo?, no sólo a Thirenae, sino en el mundo real, llevará muchos más años en nacer el Majësh, has insertado otra espina en la realidad que hará dudar más a la sociedad sobre los nuestros y sobre ellos mismos.
- ¿Majësh? ¿Qué ha ocurrido en Thirenae?- preguntó inquieto el anciano. - Has contribuido a retrasar la profecía que las tres soberanas escribieron en el templo de Izöly. Se ha roto el equilibrio, el tiempo se ha parado y ahora que está destruido, el Guardián no podrá ser reemplazado, por lo que estás condenado a vivir encerrado eternamente en este mundo hasta que alguien de tu propia sangre venga a reclamarte.
 - ¡Pero eso no puede ser!… mis hijos ya murieron en Thirenae, Gylder murió el año pasado y no voy a volver a amar a otra mujer.
- No será necesario, Gylder está dando a luz en este instante a tu quinto hijo…
- ¡Eso es imposible! - le interrumpió el anciano - vi cómo moría calcinada por una ráfaga de llamas.
- Ella fingió y te ha traicionado, te ha abandonado y tras el incidente te ha delatado - al anciano se le heló la sangre. Se sentía muy mal, no le importaba nada más que la traición que le había hecho la joven Gylder. Con todas las vidas que había vivido, en ninguna se había entregado tanto a una persona y cuando lo había hecho, le habían traicionado.
- Debes aprender la lección, lo siento de veras, pero debes reaccionar con los errores – el anciano sólo contemplaba el reflejo de la luna en los ojos de la mujer.
- Lo entiendo y siento todo el daño que he causado.- dijo llorando.
 - Yo también lo siento - decía la mujer - pero debes esperar al menos dos lunas rojas y después dependerá de tus descendientes en el supuesto de que sigan vivos, ya que por lo ocurrido en Thirenae, se avecina más hambre y caos - las lágrimas le escurrían por las arrugadas mejillas mientras la energía le hablaba, mostraban saltones sus ojos azules que resaltaban en la oscuridad.
- Hazlo ya por favor – pedía el anciano - no aguanto más este calvario - la mágica existencia sonrió dulcemente. - No te voy a dormir ni a petrificar, quedarás latente pero despierto para que reflexiones por lo que has hecho. Me duele mucho verte así, espero que sepas que sólo cumplo con mi deber y avisarte de que no hiciste el tuyo - el anciano asentía mientras las lágrimas aceleraban su salida.

 La mujer abrió los brazos y en un instante comenzó a recitar la maldición. Mientras tanto por la mente del anciano, comenzaron a pasar todas las imágenes de los buenos momentos, su vida en Thirenae, los hijos que había dejado en el edén, su tarea como Guardián vida tras vida, y por último la traición de Gylder. Era tal dolor el que sentía cada vez que lo recordaba que ni siquiera tenía ganas de nada. Sentía un vacío en su interior y un nudo en la garganta que hacía que cada respiración costase más. Poco a poco vio cómo empezó a arremolinarse en torno a él la bruma del suelo, sólo podía pensar en la joven, en el amor y en todo lo que le había causado. Sintió como su cuerpo perdía peso y desaparecía de aquel bosque; para aparecer en un lugar oscuro donde no tenía hueco para moverse. Podía ver el exterior pero de manera muy difuminada, lo que sería un efecto de la magia. Nadie le podría ver y nadie le podría encontrar.

 Su mente seguía una y otra vez pensando en la traición pero mientras las lágrimas descendían por su cara lo notó. Había otra presencia inadvertida en el bosque. No habían estado solos, alguien los había escuchado y mientras terminaba el hechizo de hacer su efecto, observó en las estrellas que iba a encargarse de escribir en los libros su historia, todo lo que había visto y escuchado, para que perdurase en el tiempo. Mientras él seguiría ahí, condenado a pensar, encerrado en esa cárcel de amor.

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Espero que os haya gustado :). Si queréis, podéis comentar o leer tanto el prólogo como los tres primeros capítulos del primer volumen de la saga, que se encuentran en las pestañas de arriba con el nombre de PRÓLOGO y CAPÍTULOS 1, 2 y 3.

Muchisimas Gracias de nuevo por vuestro apoyo y  Hasta la próxima. Un abrazo muy fuerte a todos. 

2 comentarios:

Bea dijo...

Por fin puedo leer el prólogo de la segunda parte. ¡Ya tenia ganas! He visto algunos fallitos, y los cuales, este no es un buen lugar. Pero como siempre, podrás corregirlos muy bien.
TODO, saldrá bien. besos.

David Atienza Arenas dijo...

Gracias por comentar, espero que te haya gustado :D jeje lo revisaré con gusto :) Un abrazo.